Mini aventura en Budapest

Volamos a Budapest desde Barcelona con Ryanair. Los días anteriores había caído una importante nevada, pero durante nuestra estancia, el clima se comportó estupendamente. Además pudimos disfrutar del paisaje blanco de la ciudad.


Llegamos hacia las ocho al hotel y salimos a caminar y a cenar algo. La sensación al caminar de noche por las calles, es de bastante seguridad.

Nuestro hotel se encontraba en la zona de Pest. Por si no lo sabíais (yo ni idea antes del viaje) Budapest se compone de 3 ciudades OBuda (que es una isla que hay en medio del Danubio, la O del principio significa viejo), Buda que es la zona alta, donde se encuentra el castillo y donde vive la gente de mayor nivel adquisitivo y Pest, que es la zona más comercial y digámosle así, la más mundana.
Por la mañana nos echamos a la calle a buscar un lugar en el que desayunar y encontramos un bonito café que antes fue una fábrica de chocolate, el sitio ideal para degustar alguna dulzura húngara. Hauer



Con el estómago lleno y calentito, empezamos nuestro paseo hacia el centro de Pest, pasando por la sinagoga y otros edificios históricos. Budapest está llena de ellos.


Por primera vez habíamos contratado un tour guiado por la ciudad y la verdad es que es una experiencia bastante recomendable. Existen muchas webs donde se pueden contratar este tipo de tours, algunos tienen el precio establecido y otros son los llamados tour gratis o free tour, que es el que escogimos nosotros. Os lo recomiendo si os apetece conocer la ciudad en general con un poquito de historia. En 2,5 horas nos hicimos una idea de lo que era Pest,para luego buscar los rincones que más nos apetecía visitar.

El tour empezó en una plaza en la que se encuentra la fuente Danubius y una gran noria.

 

De la mano de nuestro guía conocimos los rincones más famosos de Pest, edificios emblemáticos, catedrales, monumentos, homenajes...

Catedral de San Esteban

Interior Catedral San Esteban


 

Monumento en memoria del holocausto

Plaza de la libertad

Parlamento

Alrededores del Parlamento

 




Homenaje a las víctimas del Holocausto, junto al Danubio

La verdad, es que mires donde mires, Budapest tiene algo que enseñar, edificios impresionantes y mucha historia que contar. Creo que fue muy buena idea lo del tour guiado, porque de otra forma nos hubiéramos perdido muchos detalles.

Después del tour fuimos a comer a un lugar que nos habían recomendado unos amigos, un restaurante pequeño donde hacen comida tradicional húngara, Hungarikum Bisztro, estaba lleno, pero la camarera muy simpática, en seguida nos recomendó otro lugar parecido y ella misma nos reservó la mesa. Retek Bistro. El lugar y la comida nos gustó tanto que volvimos al día siguiente. Pudimos degustar platos típicos como el Goulash, el pato y otros, siempre aderezados con la famosa paprika.

   

Después de comer llegamos caminando al mercado central. Es un edificio cerrado, la primera planta dedicada a la alimentación y arriba ropas y souvenirs varios.


Mercado central de Budapest
Mercado central de Budapest

El día llegaba a su fin y nos quedaba por disfrutar de otro imprescindible en Budapest. El subsuelo es un auténtico pozo de aguas termales y los habitantes de la zona han sabido aprovechar sus virtudes. Hay multitud de balnearios y baños termales en Budapest. Uno de los más grandes y famosos es el de Széchengi, la verdad es que no decepciona. Podéis comprar las entradas anticipadas en su página web, o en otros buscadores de actividades como Civitatis o Getyourguide. La entrada de un día vale 20 euros y puedes ir a la hora que quieras, siempre que entres antes de las 18h. Están abiertos hasta las 22h. Allí alquilan lo que necesites, pero recomiendo llevar a parte del bañador y las chanclas un albornoz, porque al aire libre hace un poquito de fresquito. No esperes estar relajado y a solas, ya que es una atracción famosa en Budapest, pero vale la pena la experiencia. Además de las piscinas exteriores, hay un edificio entero lleno de baños a diferentes temperaturas, magnífico.


Baños termales Szechengi

Baños termales Szechengi

Después de nuestro baño reconstituyente, nos fuimos a cenar junto al Danubio, a un restaurante en el que tocaban música en directo junto a la mesa. Cenamos muy bien y muy a gustito. Dunacorso Restaurant

Esturión

Postre de chocolate



Algo muy típico de quienes viajan a Budapest es realizar un crucero por el Danubio. Nosotros decidimos, gracias a un buen consejo de una amiga, utilizar el tranvía de la línea de la costa para disfrutar de la panorámica de noche de la ciudad. Fue un acierto y sin coste extra, ya que habíamos comprado un bono de transporte de 24h y podíamos subir en cualquier transporte sin límite. Os lo recomiendo.


El castillo de Buda desde Pest

Parlamento de noche desde el tranvía

Parlamento de noche

Al día siguiente nos lanzamos a por nuestro desayuno sagrado. Esta vez en un cofee shop en la misma calle de nuestro hotel. Espectaculares pasteles caseros y un café calentito y a patear por la ciudad.















Nos montamos en un bus que nos llevó al otro lado del río, allí estaba Buda, con su zona de montaña nevada, sus casitas y sus maravillosas vistas.


Buda





El Danubio desde Buda


Iglesia de Matías

Interior de la iglesia de Matías


Bastión de los pescadores


El puente de las cadenas


Definitivamente, os recomiendo una visita a Budapest. Tiene mucho por ver, puedes caminar o utilizar el transporte público que funciona maravillosamente. Se come bien y aunque haga frío se pasea por la ciudad sin problemas. La gente es amable, el húngaro es difícil, pero te entiendes en inglés perfectamente. Nuestra escapada fue corta, pero intensa, lo suficiente para poder disfrutar de muchísimos momentos inolvidables, incluso de un bonito atardecer.


Comentarios